A veces, no siempre, juego a adivinar la lluvia, si esas gotas que promete el cielo serán grandes, medianas o mera llovizna. Son esos juegos donde el resultado solamente verifica haber sido mágico en el pronóstico.
Recuerdo el juego del Gallito Ciego. No sé de dónde proviene su nombre, tal vez no lo sepa nadie, pero creo es el juego que se repite a través de las épocas personales. Algo parecido ocurre con el juego de Las Escondidas, pero éste es mucho más sencillo y evita complicaciones: yo me escondo, vos me encontrás y luego invertimos el rol. Hay permanencia en un espacio fijo y alternancia regulada.
El grado de complejidad en el Gallito Ciego en cambio, hace que deba adivinarse un lugar en el espacio y los posibles movimientos siguientes. Es decir en la Escondida hay un mínimo desplazamiento y lo ejecuta un solo actor, en el Gallito Ciego, la dinámica es múltiple.
Es menester para el desarrollo de este juego que el que no ocupe el rol de Gallito Ciego, sea arriesgado, de señales. No resulta placentero jugar con conservadores, ni que el rol del Gallo pernanezca en el tiempo, puesto que el ser humano no está preparado para vivir en constante corazonada sin resultados placenteros.
Es inevitable para mí asociar este juego a Carmencita. Carmencita tenía trenzas. Y amaba ese juego, sin embargo fiscalizaba la actitud del otro, y era común que en pleno desarrollo lo impugnara diciendo que había dejado de ser juego.
Ahora me doy cuenta que Carmencita, cometía el error más grave del juego, rompía ese mundo lúdico para analizar la actitud del otro. Ella dejaba de jugar, aunque creyera que era el otro.
Recuerdo el juego del Gallito Ciego. No sé de dónde proviene su nombre, tal vez no lo sepa nadie, pero creo es el juego que se repite a través de las épocas personales. Algo parecido ocurre con el juego de Las Escondidas, pero éste es mucho más sencillo y evita complicaciones: yo me escondo, vos me encontrás y luego invertimos el rol. Hay permanencia en un espacio fijo y alternancia regulada.
El grado de complejidad en el Gallito Ciego en cambio, hace que deba adivinarse un lugar en el espacio y los posibles movimientos siguientes. Es decir en la Escondida hay un mínimo desplazamiento y lo ejecuta un solo actor, en el Gallito Ciego, la dinámica es múltiple.
Es menester para el desarrollo de este juego que el que no ocupe el rol de Gallito Ciego, sea arriesgado, de señales. No resulta placentero jugar con conservadores, ni que el rol del Gallo pernanezca en el tiempo, puesto que el ser humano no está preparado para vivir en constante corazonada sin resultados placenteros.
Es inevitable para mí asociar este juego a Carmencita. Carmencita tenía trenzas. Y amaba ese juego, sin embargo fiscalizaba la actitud del otro, y era común que en pleno desarrollo lo impugnara diciendo que había dejado de ser juego.
Ahora me doy cuenta que Carmencita, cometía el error más grave del juego, rompía ese mundo lúdico para analizar la actitud del otro. Ella dejaba de jugar, aunque creyera que era el otro.
0 comentarios:
Publicar un comentario