31 ene 2008

Balada del Ahorcado (a J.G.)

¿Cómo reconocer ese árbol que crece lejos? Tan lejos que nunca sabré qué río lo alimenta y qué vientos lo nutren. Es sólido y fuerte, sin embargo para mí es una nube, un concepto básico, una palabra.
Dueño de la pronunciación de mi nombre.
En sus ramas están escondidas mis dos fechas; una, seca y cuajada en algún nido, la otra aún en el dibujo de sus anillos. En esas ramas nacen las astillas que recorren mi sangre, y el rumor de hojas chocando entre sí que nutre a mi pensamiento.
Soy esa imagen que contiene y que sólo es posible para el artesano.
Por ese árbol, sólo por ese árbol se solidifica mi espera, y mi vuelo tiene la forma de sus raíces.
En algún lugar, la tormenta o el metal que lo acechan, desconocen su milagro y su importancia.
Condenado a expandirse o a morir me alimenta u constancia.

Para otros es la posibilidad de construir o sobrevivir en invierno, sin saber que rige mi vida.
Para otros es la posibilidad bajar un fruto dulce o ácido, sin saber que son mis alegrías.

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