Los huesos sí. Los huesos son míos y me ayudaron a darme forma. Mi únicas cicatrices son una operación urgente de vesícula, un corte en la base del dedo índice izquierdo (del lado de la palma) con un cuchillo, y una rotura de cabeza que llevó varios puntos, al tener un accidente con la bicicleta.. Estas, creo que son las cosas que no pude alterar. El resto sí.
Casi siempre fui flaco, en algún momento tuve panza, pero era de Rumba y Seven Up (me costó mucho romper ese lazo) por lo que ser flaco fue una elección. Tambien cambié la ginebra por el malbec. Elegí creer a ser desconfiado porque sospecho que es más bello. Elegí entender a ser intolerante porque es más ético.
Mis lecturas están organizadas hacia regiones, que sin conocerla, creo le hubieran gustado. También Nietzsche, Borges. Me enamoré de La Maga, Lucía Febrero y la Eterna. Me enmarañe leyendo todo Macedonio solamente para saber decir: Yo todo lo voy diciendo para matar la muerte en Ella.
Estudié periodismo, antropología, y cine para tener qué olvidar, así cuando la escuchara a ella todo me sería novedoso.
Sufrí durante la dictadura el silencio, para fortalecer mi callar si ella necesitaba decir.
Cada amor fue una preparación, un ensayo, cada caricia alimentó en mis manos el deseo de su cuerpo. y la forma de ingresarla.
Juegué bien a la pelota y me hice hincha de San Lorenzo para amar la adversidad.
Renuncié a la esquina, pero acepté el delirio de la discusión sartreana en Plaza Francia.
Estudié en el Industrial, para saber como cambiar las bombitas de luz y un interruptor.
Terminé una novela, libros de cuentos, un oratorio, guiones, para escribir la oración que la sedujera.
Fui amante, esposo, padre. Ese universo no me esperaba y sin embargo crucé sus umbrales. Construí mi imaginario personal, resistiendo el horror de las disciplinas burguesas, renegue de mis injurias y mi abandono.
Pero no alcanzó.
Casi siempre fui flaco, en algún momento tuve panza, pero era de Rumba y Seven Up (me costó mucho romper ese lazo) por lo que ser flaco fue una elección. Tambien cambié la ginebra por el malbec. Elegí creer a ser desconfiado porque sospecho que es más bello. Elegí entender a ser intolerante porque es más ético.
Mis lecturas están organizadas hacia regiones, que sin conocerla, creo le hubieran gustado. También Nietzsche, Borges. Me enamoré de La Maga, Lucía Febrero y la Eterna. Me enmarañe leyendo todo Macedonio solamente para saber decir: Yo todo lo voy diciendo para matar la muerte en Ella.
Estudié periodismo, antropología, y cine para tener qué olvidar, así cuando la escuchara a ella todo me sería novedoso.
Sufrí durante la dictadura el silencio, para fortalecer mi callar si ella necesitaba decir.
Cada amor fue una preparación, un ensayo, cada caricia alimentó en mis manos el deseo de su cuerpo. y la forma de ingresarla.
Juegué bien a la pelota y me hice hincha de San Lorenzo para amar la adversidad.
Renuncié a la esquina, pero acepté el delirio de la discusión sartreana en Plaza Francia.
Estudié en el Industrial, para saber como cambiar las bombitas de luz y un interruptor.
Terminé una novela, libros de cuentos, un oratorio, guiones, para escribir la oración que la sedujera.
Fui amante, esposo, padre. Ese universo no me esperaba y sin embargo crucé sus umbrales. Construí mi imaginario personal, resistiendo el horror de las disciplinas burguesas, renegue de mis injurias y mi abandono.
Pero no alcanzó.
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