17 mar 2008

Decir

Antes de salir pintaste tus labios con un arcano permanente.
Hay palabras que se mantienen ocultas en un frasco de silencio parecido al de las viejas farmacias, con una etiqueta borrosa.
Ayer te vi así, como una palabra no dicha.
Ibas y venías por el pasillo en el que cuelgan los geranios. Lo recuerdo porque cortaste uno. ¿Qué secreto puede cuidar un geranio?.
Sentís que es fácil, que es posible aplastar las palabras para que no salgan. Ellas igual se escapan por las manos, por los ojos, o por las cejas.
Nada sabe una palabra acerca de guardar secretos. Sólo permanecen como pájaros en su nido sin saber que tienen destino de bala.
Vos no sabrás, dicen tus ojeras y no dicen más que eso, y será una maldición aún cuando ya no te importe ni cuidar ni herir o lo hayas olvidado.
Las otras palabras, las que sí podrás decir, juegan a la ronda delante del secreto desafiándole la siesta, provocándolo a salir, entonces te vas al patio y cortás un geranio para llenarte de tristeza y aguantar.

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