3 jul 2008

Tregua

¿Sabés qué? ¡No te soporto más cuando se te vuelan las urracas!...
Ya no me resulta gracioso. Al principio hasta te digo, que era un poco... no sé... erótico. Pero ahora ya no me seduce.
Reconozco que tuve algo de culpa por la manera en que se fue destruyendo esta relación. Tal vez acepté demasiado sin saber poner los límites. Me resultaba divertido verte enojada, maldecías a todo el mundo y caminabas de un lado a otro por la casa siempre refunfuñando, y dándole a la maldición, amenazando... y ¡ojo, eh! qué cuando vos amenazás, sos de temer, pero a mí, que querés que te diga, me calentabas... yo me ponía a full y vos lo sabías aunque después te mandaras la parte y en cuanto tuvieras oportunidad me clavabas los dientes mordiéndome con ganas.
¡Claro! qué le voy a hacer... yo también me lo buscaba. Lo feo era que escupieras mis pedazos de carne por detrás de los sillones, como queriendo ocultar lo realizado, sin hacerte cargo de tu violencia.
Sí... si, está bien, lo corregiste y nunca más sucedió.
Desde entonces, fuiste más cuidadosa. Cuando llegaba más tarde que lo habitual, me esperabas con un frasco ya preparado para la ocasión. ¡Y entonces, sí! ¡Minga de tratarme irrespetuosamente!... Ahí están guardados de manera metódica los 3 dedos de la mano izquierda que me amputaste a dentelladas aquel día que me viste charlar con la vecina. También acomodaste como si estuvieran saludando, los cinco de la mano derecha, y en el estante de arriba del televisor, cualquiera puede ver que mis dos tobillos fueron cortados sin un rasguño siquiera.
Incluso, tengo que aceptar que pones buena voluntad y les cambias el formol a los frascos y pasás el plumero por sobre las tapas para sacarles ese polvillo que queda tan mal.
Los cartelitos, que a manera de etiquetas, te esmeraste en colocar, también señalan un detalle de buen gusto.
En cambio, no me gusta tanto, que en el mismo recipiente hayas juntado a mis orejas con mis labios y con mi nariz, porque me da un poco de aversión, repugnancia... ¿sabés?
Pero igual, no nos vayamos por las ramas. Creo que lo mejor para nosotros, por ahora al menos, es separarnos un tiempito y ver qué pasa...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero sinceramente que los dos dedos que esta sinvergüenza te dejó sean el índice y el pulgar, como para que, al menos, puedas pedir un cafecito.
Ya no se puede confiar ni en el amor.

DudaDesnuda dijo...

Esa manera de insistir. Esa forma de seguir por más pedazos de nosotros que queden en el camino (o en los frascos). No sabe como lo entiendo, Aste. Todavía me duele el corazón que me arrancaron hace casi un año.

Besos y cortes.

Anónimo dijo...

Mire. Yo que usted escondo el frasco de café dolca que está reservado en el dormitorio.

Asterion dijo...

Metal Pstoriza:
Afortunadamente son esos dos dedos. Igual, imaginesé que no me da mucho por salir a los bares, pero representan un gran beneficio a la hora de escribir. Índice con las letras, pulgar con el espaciador.

DudaDesnuda:
efectivamente. Esa manía de no ver las cosas hasta que están frente a nuestras narices, o hasta que faltan nuestras narices.

Matu:
¡Claro! Tenía uno de aceitunas verdes sueltas, pero tuve la precaución de pegarle la tapa antes de que le pusiera formol.

Anónimo dijo...

Uh, sí... a mí uno una vez me comió el ego. Crudo se lo comió. Pero después me creció de nuevo (es como las uñas) y ya me ves, tan contenta.

Asterion dijo...

Luc:
¡Claro! Nunca me quedó en claro por qué no se llamó YOMIPLENES, lo generaste en el período de ego comido, pero ahora ya tenés título para el segundo.

Alguna dijo...

Mas de alguno sería millonario si de dedicara a la cartonería de vidrio.

Asterion dijo...

No lo crea Alguna, la posibilidad de que desaparezcan todos los envases de vidrio, generaría mayor producción y un mercado negro paralelo.

Anónimo dijo...

En realidad la decadencia de los frascos de vidrios es una conspiración de Greenpeace para evitar la captura indiscriminada de bichitos de luz

Anónimo dijo...

vidrio

Asterion dijo...

y por Org Mundial de la Salud que teme por los ingenuos que comen vidrio?