28 oct 2008

La hoguera

Por la tarde comienzan a aparecer todos los refugiados y los penitentes de la soledad. Llegan desde escondites extraños, con el propósito de ver el milagro, en realidad lo atractivo sería presenciar los dos fenómenos juntos, pero muy pocos se animan a enfrentarse al segundo. Muchos de los que hasta aquí llegan son desconocidos, vienen atraidos por las historias que se cuentan y desprecian el riesgo que corren.
La hoguera comienza a arder justo al mediodía y cuando el sol se pone, iniciamos el rito con maderas de mora.
El rumor de la tarde muriendo, atrae a los nigromantes que por poco ofrecen sus lecturas sórdidas, cada uno tiene un vaticinio rojo que a la luz de las llamas se hace más dramático.
Todo está por suceder y la inquietud agita los corazones de los participantes, alqunos querrán irse pero ya es tarde, ya se convirtieron en esclavos de su deseo.
A medida que el fuego crece el placer se confunde con la angustia y el temor. Se sienten vivos y en agonía, a la vez. Se sienten completos.
Empiezan a volar las primeras centellas, diminutas y frías aún, pero como una señal fatal. De pronto aparecen los rojizos enjambres de luz, destellos, fulgores, chispas que se convierten en mariposas enormes dispuestas a conquistar la primavera.
Los participantes huyen antes de que las mariposas se conviertan en huracanes violentos que los dejen sin vestidura, sin corazón, sin claridad.
Las luchas por escapar son atroces. se pisan, se aplastan, equivocan el camino, sufren la angustia mientras aumenta la esperanza en la fuga. Han visto el primer milagro y rehuyen al segundo, pero pocos logran partir del la escena. Las heridas son atroces, en la sangre dispersa por el laberinto hablan las miradas.
Mañana será otro día de otra vida.

2 comentarios:

GISOFANIA dijo...

la cobardía siempre es un espectáculo detestable. pero se renueva constantemente, al canto del gallo.
aunque se considere anacrónico o pavoroso, yo insistiré en desgarrarme las vestiduras y cubrirme de cenizas: por la humanidad, por mí, por tanta incomprensible aversión a la majestuosidad de la luz.

Asterion dijo...

Giso: Es que no hay piquetes contra la cobargía personal