5 ago 2008

La Astróloga

Aquí había sido primero la seguridad del no. El métodico destello de la inseguridad y mi timidez. La vaguedad de creer que lo feliz debe ser triste. El juego montado en la indiferencia y lo previsible: Esa mujer no me mirará... Esa otra reirá de compromiso... Ese mozo no verá mis indicaciones para traerme la cuenta... Esa avenida dejará de llamarse Julieta para cambiar su nombre por el de la Astróloga...
De alguna manera manteniendo la misma rutina, las cosas se transformaron en otras. Se desbordó en nuestro placer el zumo amable de lo distinto. Todo se hizo de otra cosa sin darme cuenta de lo diferente.
Acaso la embriaguez taciturna de la Astróloga hiciera que mis dogmas se profanaran con el perfume de sus sahumerios hasta el rito de blasfemar la mirada y el labio partido.
No convivíamos, pero el baile daba comienzo sin alterar lo estático. Una antagonía amorosa para no ser devorados. En nuestro vocabulario no existía la palabra: amor. Éramos dos juguetes que se jugaban mutuamente.
La magia permanecía en algún lugar entre la ventana y el orgasmo, sin embargo, nos comportábamos amablemente incompatibles, pero cercanos.La Astróloga se esmera en el orden. Acuña el arcano de hallar mis astros, yo en tanto, me disciplino involuntariamente en acciones de encubrimiento, pero ninguno triunfaba sobre el otro porque imperó la sensualidad de ser el otro, el buscado, el temido, el que podía hacernos daño y nos aliviaba.Escuchábamos música mientras nos miramos para confirmar que el otro era un cine, una ficción que se desarrollaba frente nuestro y nos elegía.Ella hacía el café, ponía la mesa, acercaba el desayuno, untaba queso en el pan y yo la disfrutaba con pudor. La Belleza no puede ser tan simple que pase delante mío sin cegarme, me repetía yo mismo. Nunca seré tan ella, me decía, y me consternaba pensar eso y darme cuenta que sus maravillas no eran conocidas por el resto del mundo, y a la vez me sentía orgulloso de ser yo quien la viera así aunque no encontrara motivo porque en nuestro vocabulario no existía la palabra: amor Después, mientras volvía a mi casa en Estambul o en Lyon y el diccionario se dormía contra la ventanilla del colectivo, sentía que había amado. Pero la felicidad debe ser triste, repetía con beligerancia mi último credo hasta convencerme de que eso no era amor.Llegó el momento en que la Astróloga se desmayó. Una mitología de angustias y mares oscuros asedió mis pasillos. La perfección de la tormenta golpeó mis ojos con miedos seculares, agrietó los sedimentos del corazón y aparecieron los gajos tiernos que ella había plantado. Tan asombrosos como las lágrimas bajo la lluvia.No te pierdas, le decía asustado, no te pierdas en el desmayo y ella me miraba y no entendía que yo había encontrado las flores. En nuestro vocabulario no existía la palabra: amor, y nadie creía que yo pudiera dejar de ser amante para ser enamorado.Cada palabra era aceite que nos impregnó de sensualidad. Pero no bastó y esa maldición castellana, de poder estar sin ser, secó el húmedo pliegue del amor.

6 comentarios:

DudaDesnuda dijo...

Poder estar sin ser.
Desconozco la maldición castellana.

Menos mal que no te fuiste.

Besos y bendiciones

*******Lacónica******* dijo...

bueno Aste
prefiero que me cuentes historias tristes antes que no me cuentes nada

dejáme entristecer un tiempito
y vuelvo

abrazo

Asterion dijo...

DudaDesnuda:
Gracias por volver vos también. En inglés es y estar es lo mismo, en castellano podés estar pero no ser. Esa es la maldición

Lacónica:
¿Ahora me estás pidiendo un tiempito, vos?

Anónimo dijo...

Una maldici�n... creo que ahora eh encontrado una excusa suficiente para ciertas cosas que nunca les hab�a encontrado explicaci�n... ajaja. Lo invito a visitar mi blog: www.cazadoradepalabras.blogspot.com, para alg�n momento de aburrimiento y ocio. Le advierto: nada especial.
Siempre disfrutando de sus pasillos desde estas tierras patag�nicas

DudaDesnuda dijo...

¡Gracias por organizar un cacho más mi ignorancia!!!

Besos y verbos

Asterion dijo...

Madryn:
En cuanto pare el frio me doy una vuelta


Duda:
Prefiero organizar vicios y defectos, pero ignorancia no se me había ocurrido jamás. Besos